Hablábamos sentados en el césped. Bebíamos y hablábamos. El sol quemaba, nos sobraba la ropa.
Él preguntó por mi última relación, por como me sentía respecto a ella. Quería saber sobre que terreno pisaba. No tiene caretas, ni poses. El día anterior había cenado con unos amigos, hablo de mi, me dijo, de nuestras citas. Hicimos Sushi, salimos a pasear por Barcelona, mañana nos vamos a Gerona... les dijo. Actuamos como novios, les dijo.
Me asusté. Pensé tantas cosas que no
soy capaz de recordar una. Me aclaró varias veces que estaba bien,
que le encantaba, que no lo tomara como algo negativo. Le creía, pero
sus palabras no llegaban a ningún sitio, se levantó un muro y me parapeté tras el. Ya no podía ser
sincera, ya no podía comunicarme, solo quería volver
atrás, no haber empezado.
Se valiente! Qué piensas?, me dijo, y
le mentí diciéndole que no era cuestión de valentía.
Me busque, pero no me encontraba, me
sentía pequeña, perdí mi fuerza, quería volver al principio, al
no conocer, al no valorar. Buscaba una pose donde encontrarme cómoda,
pero las desterré hace unos meses y lo que antes funcionaba ahora me
dejaba expuesta.
Tenía miedo, no sé de qué. De
sentirme débil, de parecerlo. Me asusté, porque me gusta, porque me
siento cómoda, porque es sano, porque es nuevo, porque es bonito,
porque ya no me conozco, porque yo antes era fuerte. Me asuste.