Magnifica
la ira. La ira es la primera, la más rápida, la que abarca más espacio. Se
apodera de ti, te embarga, te inunda, la irradias, la propagas, la contienes.
Cambia tu rostro, endurece tu cuerpo, junta tus huesos y tortura a tu cerebro.
Magnifica la ira, todos la conocemos, todos la sentimos y a todos nos cambia.
Ella, que solo busca justicia y es menospreciada por ello. Conozco la ira,
admiro su poder, huyo de ella y la recuerdo con cierto cariño. Medida de
supervivencia efectiva, una persona iracunda permanece en pie, sola, pero en
pie.

He visto
como alguien explotaba, convencido de tener razón, de actuar en su beneficio,
convencido de conseguir un escarmiento para los que le molestan. Es difícil
cuando no estas en una posición de poder o de indiferencia hacia cualquier
posible consecuencia. Hasta para ser malo hay que ser listo. La ira requiere un
esfuerzo mental mayor, un conocimiento mejor del entorno, una guerra es un
asunto muy serio. Se empiezan miles de guerras a diario, situaciones que
carecen de estrategia y soldados que no están preparados. Para ser malo no
basta con jurar venganza. La ira te da un poder del que mucha gente carece, si
no hay base, solo se producirá un reajuste del karma que disfrutaran los demás.
He visto como el karma sobrevolaba la estancia, preparado para iluminar el momento
preciso.
He sabido
más por diablo que por viejo, y después de mucho consumirme afirmo que la vida
hace su trabajo sin necesidad de intervención. Sentarse a contemplar la
película es más divertido y relajado que actuar en ella.